El debate que sigue esperando

El resultado manda. La frase, repetida por muchos de forma casi inconsciente, termina siendo tan incompleta como explicar un gol sin repasar la jugada que lo produce. Una vez más, el campeón no fue el equipo más vistoso y el fútbol venezolano pasó de largo el debate de los estilos de juego, de las formas de llegar al triunfo. 

Deportivo Lara ganó bien la temporada, con una claridad que casi no deja espacio a la duda. Un invicto de 28 partidos, triunfos en los partidos importantes y el goleador del campeonato, grafican a un conjunto que sabe imponer condiciones. El equipo rojinegro se luce si es necesario, pero sus formas van más del lado del orden colectivo y aprovechar el error contrario.

Mineros fue el principal obstáculo entre el once de Barquisimeto y su primera estrella. En Puerto Ordaz la contundencia y el orden fueron acompañados de cosas que hacen que el ojo del espectador se recree: búsqueda constante del arco contrario, individualidades que cambian la cara de un partido, el toque de garra que a veces hace falta. 

Con sus matices, la de este dúo es una historia que recuerda a la de la final del año pasado. Zamora fue el equipo sensación, que era efectivo y daba espectáculo. En la serie decisiva, Táchira -pese a venir de un Clausura de bajo rendimiento- mostró oficio y tranquilidad; hizo un gol, lo defendió y ganó la estrella. 

En aquel momento, muchos alabaron al cuadro barinés, pero pocos se detuvieron en la idea de entender por qué, si era el que jugaba mejor, no fue el campeón. Hoy, pocos se han detenido en la idea de entender por qué, sin ser el que juega mejor, Deportivo Lara logró ganar el título nacional sin tener que disputar una final y con una jornada de antelación. 

Mientras tanto, otros temas ocupan la escena del balompié criollo. Los del juego en sí, como si no hiciesen falta, se quedan fuera de la agenda de la discusión.

Esta columna fue publicada en "Líneas de fútbol" en el diario 2001, el 11 de mayo de 2012.