Simbiosis poco vistosa

El cuerpo técnico de la selección juvenil no podrá decir que sus dirigidos no adquirieron la idea futbolística que intentaron inculcarles. La puesta en escena no ha sido la mejor, pero en esencia el parámetro de la escuadra absoluta ha calado en la sub 20.

La victoria contra Ecuador fue un reflejo de lo que intenta irradiar el equipo que está luchando el pase a Brasil 2014. Una oncena que espera el error del contrario para sacarle provecho, prioriza el orden, utiliza la pelota detenida como recurso y le da el espacio justo a las individualidades.

Con ese duelo, sin que apareciese el brillo que se espera de los nombres propios del plantel, el ambiente futbolístico criollo quedó satisfecho. Tres puntos aminoraron los deslices, las pocas ocasiones de anotar, la diferencia proveniente de una jugada aislada y el partido deficiente del adversario.

En las presentaciones posteriores, el conjunto vinotinto tocó fondo e intentó levantarse. Sin embargo, en los pocos días entre jornadas ha sido difícil –no se podía esperar otra cosa- cambiar una forma de entender el juego trabajada por meses en un grupo de jugadores que ha hecho simbiosis con sus entrenadores.

En el universo del torneo, Venezuela no desencaja. El campeonato tiene pocas luces, en especial en el grupo que integra el representativo nacional. Eso ha generado algunas de las críticas mas no desterró el uso de una serie de aspectos con sentido más bien excusador.

La oportunidad de la revisión es interesante. La reflexión tiene que llevar al punto de sopesar si es bueno sólo ganar o ganar jugando bien, si es bueno perder sin renunciar a una propuesta o perder agotando todos los recursos que estén al alcance.

En teoría, este grupo es el futuro inmediato del balompié venezolano. Sus características personales se podrán reflejar de nuevo en sus clubes, porque en el Sudamericano se pusieron al servicio de lo que les pide quienes les dirigen.

Esta columna fue publicada en "Líneas de fútbol", en el diario 2001, el 18 de enero de 2013.