Boom femenino

La sensación es positiva. Ellas son contundentes, inteligentes, felices. El país, el del fútbol y el del ciudadano común, las adoptó como propias porque le dan la posibilidad de soñar con un logro impensado hasta hace una semana. 

El plantel de 21 jugadoras que está jugando el Mundial femenino sub 17 en Costa Rica engloba las más diversas historias de crecimiento personal y éxito deportivo. La más patente: ganar desplegando buen juego y personalidad delante de 35 mil aficionados en un lugar lejano al hogar sin llegar siquiera a la mayoría de edad.

A la distancia de 13 años, la meteórica irrupción en la conciencia colectiva venezolana de la selección femenina recuerda al denominado boom vinotinto, aquellos cuatro triunfos de la escuadra dirigida por Richard Páez que marcaron un antes y después en la historia del balompié criollo.

El escenario social que envolvía a Venezuela en 2001 tiene algunos puntos en común con el actual, impredecible y tedioso. La carencia de hechos positivos en los cuales refugiarse hizo que la racha de la eliminatoria del Mundial identificase de forma inmediata a los seguidores con la selección.

En 2014, un grupo de jóvenes está regalando alegrías a una nación golpeada y también a un deporte manoseado, conformista y distanciado de los grandes resultados. El trabajo del panameño Kenneth Zseremeta es innegable. Se siente el vínculo de la afición con una generación futbolística prácticamente caída del cielo, capaz de obtener hazañas resonantes.

El Mundial femenino terminará el 4 de abril. La Vinotinto podría estar jugando ese día la final o el tercer lugar, si se mantiene el momento irresistible que vive hasta ahora. Al terminar esa jornada empezará la verdadera exigencia para las muchachas y el deporte que representan: permanecer en la conciencia del país como otra muestra de las fortalezas venezolanas.

Columna publicada en Lavinotinto.com el 21 de marzo de 2014.