Bernal como un héroe latinoamericano

La hazaña de Egan Bernal, a pocos días de haber ocurrido, es difícil de asimilar. El deporte latinoamericano obtuvo uno de los mayores logros de su historia, de eso no cabe duda.

Para Colombia significó la culminación de un recorrido de varias décadas, desde la formación de un ciclismo localmente competitivo, pasando por la incursión internacional y la consolidación de ídolos y logros, hasta llegar a la conquista de las tres grandes carreras de la escena mundial.

A los latinos y a los europeos les ha tocado lidiar con dos décadas de amargura y prejuicio. Héroes y victorias cuestionadas, algunas veces con razón, otras sin ella. Bernal en el Tour y Carapaz en el Giro traen una respuesta promisoria a los cuestionamientos.

Una fortaleza para que se consolide es la humildad del ciclista sudamericano. Un deportista hecho la mayor parte de las veces para el sufrimiento y la gesta, todavía un tanto alejado de los casi incontables millones y flashes de otros deportes.

Pese a esto, Bernal representa para Colombia lo que siempre buscó: un ciclista completo en todos los terrenos. Un producto de la evolución y de la visión, quizá más cercano al prototipo europeo. El charco ya no solo lo cruzan los escarabajos.

Su precocidad es aleccionadora y el entendimiento de su papel en el equipo y en la carrera, también. Una muestra de que si el talento es canalizado, la personalidad positiva es fomentada y el momento oportuno no se deja pasar, las victorias pueden obtenerse.

En el fondo, hay una lección para este lado del mundo. Las metas, pese a las distancias culturales y estructurales, no están lejos del alcance como muchas veces se cree, alimentando el conformismo. El trabajo y la coherencia pueden permitir que sea posible el codearse en igualdad con el resto del planeta.