El factor humano

A medida que vas leyendo el libro, que vas viendo la película o el documental, dentro de la gama de sensaciones que genera, la historia de cómo a partir de Nelson Mandela la historia reciente de Sudáfrica es la de una sociedad que afronta sus problemas y les consigue soluciones, hay un aspecto que llama la atención más que otros.

Casi como en una leyenda sacada de otro tiempo, el líder africano logra hacer cambiar el pensamiento de muchas personas en un país dividido. Lo hace desde un factor que puede resultar sencillo fuera del contexto de lo que se vivió en Sudáfrica por décadas: el respeto.

Un gesto amable tuvo tanto poder como un discurso, que llega a ser denotado como "monótono" por el autor. Conocer al enemigo fue fundamental para comprender que ambos grupos, blancos y negros, tenían más puntos en común que diferencias, entre ellos el miedo. Un miedo a la reacción del contrario ante un nuevo panorama que se podía abrir si había un acercamiento entre ambas partes.

En el libro de John Carlin -del que en este punto tengo que decir empecé a leer deliberadamente como literatura deportiva- quizá lo más impactante no es la bien contada historia del partido entre los Springboks y los All Blacks, la emotiva final del Mundial de rugby de 1995, hilo conductor del relato, sino la de los primeros contactos de Mandela con el estamento del régimen sudafricano hasta alcanzar al máximo dirigente P. W. Botha.

Lo es porque Mandela empieza de cero, empieza con nada, casi pretendiendo hacer un castillo de arena en medio de la marea y, uno a uno, seduce a los que detentaban el máximo poder en ese momento de la era del Apartheid, algo para que lo se había preparado por años en la cárcel, algo que parecía imposible. El libro en ese punto logra un cometido básico: hacer que quieras saber más...

El libro es sencillo de leer, es accesible para el público que conoce poco de la cuestión sudafricana o del rugby. El autor saca provecho de haber vivido de cerca los acontecimientos en su función de corresponsal e intenta destacar a Mandela a través de los testimonios de quienes los protagonizaron. La lección de cómo un hombre puede cambiar la mentalidad de una nación se refleja en especial en la figura de François Pienaar, quien de ser un jugador indiferente ante lo que tenía alrededor pasa a ser un artífice activo del cambio que se produjo.

El documental, que forma parte de la serie ESPN 30 for 30, es aún más fácil de entender que el libro. El impacto de las imágenes reales, del relato en primera persona de quienes vivieron los hechos es innegable. The 16th Man se enfoca con más ahínco en el Mundial de rugby de 1995 y su final, pero no deja de lado el contexto social, por el contrario le da mayor fuerza a su uso como elemento transformador, unificador, de la sociedad sudafricana.

La película, en su intento de llevarle una historia épica al gran público, busca dibujar de la forma más acabada posible la personalidad de Mandela -con una buena actuación de Morgan Freeman-, dejando de lado varios aspectos que destaca el libro. Entre los detalles que se le escapa a la película está el papel de Morné du Plessis, gloria springbok y manager en 1995, como concientizador del equipo. E inexplicablemente se le escapa un elemento dramático de gran fuerza: la jugada final en la semifinal contra Francia, posiblemente el partido más complicado que tuvo Sudáfrica en el Mundial, que pudo haber alejado al equipo de Pienaar de la final y de lograr la unión de un país.

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