Técnicos migratorios

El fútbol profesional venezolano sigue lejos de los grandes reflectores. Algunos de sus actores destacan de forma aislada cuando salen del país, con un torneo nacional que tiene poco brillo. 

En el balompié internacional no sólo el jugador está en constante evolución, todo lo que lo rodea dentro y fuera de la cancha también lo está. En el ámbito doméstico siguen escapándose muchos detalles, como una camisa usada que cada vez resiste menos los remiendos.

La dirección técnica es uno de los puntales de la sofisticación futbolística. El entrenador establece parámetros, asoma orientaciones e intenta capacitar al ejecutante, al que entra en la cancha. Puede actuar en solitario o con un equipo multidisciplinario alrededor.

Que varios de los principales animadores del torneo rentado viviesen la salida de sus directores técnicos en las recientes semanas no puede ser visto a la ligera, pese a que algunos de los casos se colocaron en el apartado de “problemas personales”.

El técnico vive presionado, es parte de la responsabilidad que posee, de un universo de factores que marcan la profesión. Sin embargo, el juego sigue ahí, esperando que con la llegada de un nuevo estratega no sean únicamente los buenos resultados los que arriben con él, sino también una buena interpretación dentro del campo.

El semestre que termina fue uno de los más grises para el campeonato criollo, por más que haya un sector que se niega a reconocerlo. Los movimientos en los banquillos alimentan la posibilidad de que esto varíe poco, no es sencilla una transformación con nuevos jugadores y un puñado de semanas de trabajo.

La migración hacia las grandes ciudades se basa en las mejores posibilidades que éstas ofrecen a los individuos. El fútbol también necesita que los movimientos sean para que haya una mejora en las condiciones que presenta el juego, que haya algo más allá de lo que refleje la pizarra del estadio.

Esta columna fue publicada en "Líneas de fútbol" en el diario 2001, el 14 de diciembre de 2012.