2000 Today

Otro año que se va. 2011, que seguramente representó mucho para todos, pasa su última página y queda escrito en la bitácora de vida de cada uno. Un año del que su verdadera dimensión e impacto en el mundo tal como es conocido se verá más adelante.

En estas fechas es habitual que se hagan recuentos y balances junto a proyecciones, para significar lo bueno y lo malo que ha ocurrido. En este rincón del planeta, las cosas siguen difíciles, las calles han estado más apagadas de lo normal. Esto último puede ser parcialmente cierto, la gente continúa gastando dinero, la Navidad en muchos hogares se celebró por todo lo alto... depende del punto de vista de cada quien.

Pasar de 2011 a 2012 en un mundo tuiterizado, facebuquizado -valgan los términos mal usados-, interconectado pues, tiene su relevancia. Así se ha hecho saber, con un bombardeo de información que puede venir en forma de publicidad televisiva o de simple mensaje de teléfono móvil. Sin embargo, hubo una vez un cambio de año que representó más que los anteriores.

2000. Durante el siglo XX, llegar a ese número era una obsesión poco disimulada. La literatura, el cine, la música, la ciencia y en general todos los ámbitos de la humanidad en incontables casos apuntaban hacia ese año. Cuando terminó el llamado mundo bipolar, se empezó a hablar de globalización y de un planeta que enfrentaría el nuevo milenio -sí, nuevo milenio, mil años, cuando la esperanza de vida si pasa de los 80 es para tirar cohetes- con la expectativa de un mejor lugar para todos.

Ya eran los años 90 y el año con tres ceros estaba a la vuelta de la esquina. Entonces, se habló del Y2K, un error informático que prometía poner a la Tierra patas arriba, porque los sistemas cambiarían de 1999 a 1900 o del año 99 al año 00, al usarse dos dígitos para marcar los años. El 1 de enero de 2000 no ocurrieron escenas sacadas de la ciencia ficción como algunos especularon, pero el Y2K fue un problema que se pudo solucionar en buena medida y a tiempo -la alarma sirvió de algo-. Hoy en día, es común el uso de cuatro dígitos para denotar los años.

A pesar de que en realidad, según el calendario gregoriano que es el que rige en buena parte del globo, el 2000 no era ni el principio del siglo XXI ni del nuevo mileno mencionado más arriba sino 2001, decenas de países se prepararon para hacer de la ocasión algo especial. Y ahí entró la BBC, una larga lista de canales a escala mundial y un programa que permanece en el recuerdo, un esfuerzo de producción que se repitió pocas veces después.

2000 Today (2000 Hoy en español). El show tuvo como fin presentar la llegada del simbólico año en los distintos husos horarios alrededor del mundo. Duró 28 horas y logró su cometido, con la presentación de los coloridos fuegos artificiales de las grandes ciudades, números musicales elaborados para la ocasión en varios países, personalidades y paisajes espectaculares, una muestra de lo interconectado que estaba el mundo en ese momento.

En la mañana de Europa y América empezó la transmisión con la llegada del año en Kiribati -Oceanía, cada 12 meses tiene el honor de recibir de primero y de último el respectivo año-. Después pasó por países como Australia, Rusia, Egipto, Reino Unido, Estados Unidos, incluso Venezuela entró en la lista, hasta llegar a la última parada, Samoa -país que a partir de este 2011 no está entre los que despiden de último al dos mil y tantos de turno- con el 1 de enero corriendo hace rato en buena parte del orbe.

Una versión de la canción de Bob Marley, One Love, fue el himno del evento. Se calcula que, entre la señal internacional y las variantes locales, unos 800 millones de espectadores siguieron el programa. Durante el 31 de diciembre de 1999 alguien prendía el televisor a cualquier hora del día y podía hacerse una idea de cómo se iba extinguiendo el año en todo el mundo.

Alrededor del planeta, quedó impregnada esa costumbre de seguir el arribo del nuevo año en otros lugares. La Ópera de Sydney, Taipei 101, el Big Ben, Times Square, entre otros, son estandartes de las últimas horas de cada año. Si no, cada quien con sus amigos y su familia -si así lo desea- levanta una copa o dice unas palabras. Un año pasa y llega otro.